La Laguna de Gómez pasó de ser un gran depósito natural de agua dulce a un desierto interminable de tierra resquebrajada.
Luego de tres años consecutivos de una brutal sequía, este espejo de agua ubicado en el partido bonaerense de Junín se convirtió en un yermo de 6000 hectáreas solitarias. Forma parte de la cuenca del río Salado y se integra a otras lagunas como Mar Chiquita, Carpincho y Los Patos.
Poco a poco, el fenómeno de La Niña fue pulverizando su atractivo turístico y dejó de ser un destino clave para los amantes de los deportes náuticos donde además, todo el año se podía disfrutar de las más de 250 especies de aves que moraban en el lugar.
En la actualidad, de lejos puede verse desnudo el espigón que armaron para la pesca deportiva. También en su interior, desperdigadas en todo el perímetro, algunas malezas y pajonales resisten y sobreviven al calor agobiante y al viento incesante.
Entre las voces calificadas que se hicieron oír, una es la del ingeniero agrónomo Alejandro Signorelli, jefe regional del INTA en Junín, quien había advertido anteriormente sobre la escasez de lluvias en la Cuenca del Salado, que determina el caudal de la Laguna de Gómez. Según Signorelli, la zona ha experimentado una sequía persistente, y a pesar de algunas precipitaciones locales, el agua no es suficiente para recuperar la laguna. Anticipa que la normalización de la situación podría llevar meses, posiblemente hasta la primavera y el verano de 2024-2025.