A los 93 años falleció Pablo Novak, quien en los últimos años ha logrado alcanzar fama mundial al ser conocido como “el último habitante de Epecuén”.
Don Pablo fue el único que decidió regresar tras la inundación de 1985, que cambiaría para siempre la historia de este destino turístico en la provincia de Buenos Aires.
Llevaba 33 años viviendo solo en distintos ranchos, mientras se iba moviendo con sus chivos y vacas por los campos, junto a las ruinas que dejó la histórica inundación de 1985.
Pablo Novak, una vida de película siendo el referente de Villa Epecuén
Don Pablo era feliz siendo la historia viva de Villa Epecuén, el contaba: “Todos los fines de semana viene gente a conocer Epecuén y a mí; a mí me gusta, por eso estoy acá; sino estaría con la familia en Carhue; me gusta que vengan a verme. Estoy en este lugar simplemente porque me hace feliz”.
Novak contaba que “Cuando tenía 5 años, mi papá habló con el arquitecto italiano que hizo la iglesia de Epecuén, quien le dijo: “acá en 1918 se inundó todo; los ciclos se cumplen, cada 100 años vuelve el agua”. Mi papá lo contó y me quedó grabado. ¡Y vino antes! El día que entró el agua, yo ya la esperaba. Por eso nunca quise construir acá. Seguí con la ladrillera de mi padre: el 70 % de Epecuén se hizo con ladrillos del clan Novak. Mi señora me decía: “¿Por qué no compramos un terrenito y hacemos un hotel?”. Yo no le daba bolilla. Alquilábamos el hotel San Martín en verano y ella lo atendía. Yo seguía con los ladrillos, pero iba los sábados y les hacía un chivo a los clientes. “
Novak no perdió nada material en Villa Epecuén. Quizá por eso no le haya dolido regresar, como a tantos que, viviendo a 7 kilómetros de lo que fue su casa, jamás volvieron.
La histórica inundación de Villa Epecuén en 1985
La laguna de Epecuén es un espejo de agua perteneciente a la cuenca endorreica del sistema de las Encadenadas del Oeste, en el interior de la Provincia de Buenos Aires. Es la sexta y última de las lagunas del mencionado sistema, así como la más extensa en superficie.
Ha sido históricamente conocida por tener supuestos efectos curativos para varias enfermedades: llegó a recibir 27.000 visitantes por año y vivía del turismo.
Pero el 10 de noviembre de 1985 la historia cambió repentinamente y para siempre, cuando el desborde inundó completamente a la localidad de Villa Epecuén, la cual se encontraba en sus costas.
Fue, por su posición extrema en el área más baja de la depresión natural de la cuenca, la receptora final de los excesos de agua desbordados de los arroyos y de toda la cadena lagunar. De esta forma, quedó sumergida la ciudad de Villa Lago Epecuén, al deteriorarse los diques de protección construidos para situaciones de emergencia.
El otro giro inesperado en la historia, muchos años después, vino de la mano del turismo y la atracción de caminar entre los restos del desastre. El interés llegó a tal punto que hoy en día 30.000 personas por año visitan el lugar, del cual Don Pablo Novak era el referente absoluto.