El Diputado Provincial y Ex Intendente de Leandro N Alem hace 5 meses recibió el alta y hasta el dia de hoy sufre las consecuencias del Coronavirus
«Me cuido mucho, estoy haciendo todo desde la virtualidad. Tengo temor. Otra vez el nivel de contagios es muy alto. No quiero arriesgar», comenzó diciendo en una nota periodística el diputado provincial por el Frente de Todos, Alberto Conocchiari, que ya tuvo la oportunidad de vacunarse y se encuentra a la espera de los resultados del test de anticuerpos. El ex intendente de Leandro N. Alem es uno de los tantos dirigentes de la política bonaerense que atravesó la enfermedad; en su caso, con muchas dificultades. Tantas que casi no la cuenta.
¿Cómo arranca este brava historia de Covid?
-Me contagié a principios de noviembre, y estuve internado alrededor de un mes y medio. Primero una semana en el Hospital de Leandro N. Alem y el resto en el Hospital El Cruce-Néstor Kirchner, de Florencio Varela. Se complicó y me tuvieron que trasladar.
¿Difícil, no?
-Sí, estuve muy grave. Incluso me conectaron al respirador durante varios días. También sufrí diversas consecuencias, como fallas renales, por lo que tuvieron que dializarme. Y lo cierto es que los pronósticos médicos en su momento eran muy pesimistas, se esperaba lo peor. Se puede decir que estoy dentro de la minoría que tras haber estado tan mal, logra sobrevivir
-Las estadísticas respecto a la sobrevida una vez que se necesita de la respiración mecánica no son de lo más felices… Pero usted logró salir…
-Exactamente. Y estoy muy agradecido. Ahora trato de dejar un mensaje. Si bien es mucha la gente que transita la enfermedad casi sin síntomas, también somos muchos los que la pasamos mal; y otros miles mueren. En nuestro país ya son más de 65 mil los muertos. Es terrible. Ya parece haberse naturalizado. Cuando se cae un avión, por ejemplo, se habla durante años de esas muertes, que no suelen superar las 200. A los muertos por Covid, que han superado los 500 por día, ya se los toma como un simple informe diario, en principio normal. Y no es así. No tiene que ser así.
-¿A qué se aferró en los peores momentos, cuando las cosas estaban peor?
-A Dios y a mi familia. Si bien soy una persona de fe, me despedí dos veces de mi familia, aunque lo tuve que hacer a través de terceros. Esta enfermedad tiene la crueldad de que haya que transitarla en soledad; realmente muy angustiante. Fue muy duro no poder estar con mi esposa y mi hijo de diez años, que vale decir también se contagiaron. Les pedí mucho a Dios y a la Virgen que me dieran la oportunidad de vivir, de poder seguir criando a mi nene. Deseaba profundamente seguir viviendo.
¿Cómo fue eso de las dos despedidas? ¿La vio muy cerca a la muerte?
-Si bien no estaba al tanto de los pronósticos médicos que le daban a mi familia, tuve dos veces la sensación de que se acababa. La primera vez fue cuando me trasladaron hasta el Hospital El Cruce. El viaje en ambulancia fue complicado. La saturación de oxígeno en sangre bajaba de manera precipitada y la médica y la enfermera que me acompañaban estaban un tanto nerviosas y angustiadas. Sinceramente creí que no llegaba a destino. Pero sí, llegamos. Y ahí fue cuando les pedí a ellas que les expresaran a mi esposa y a mi hijo lo que sentía por ellos. Por supuesto, me dijeron que me quedara tranquilo, que lo que tuviera que decirles, se lo iba a poder decir yo. Tenían razón.
-¿Y la segunda?
-La segunda fue cuando me intubaron porque ya no respondía a los otros mecanismos de provisión de oxígeno. Una vez que me lo comunicaron, les dije que imaginaba la secuencia: internación, terapia, respirador, final. Después viene la sedación y uno ya no tiene conciencia de lo que sucede.
-Y de un momento a otro se encontró con la sorpresa de que estaba vivo…
-Tal cual. Cuando recuperé la noción fue impresionante, algo muy difícil de explicar, muy reconfortante. Después de pasar por tantas cosas parecía haber salido a flote. Luego llegaría la mejora y el alta.
-De todos modos no es tan sencillo… Quedó con algunas secuelas…
-Sí, claro. Y me gustaría que sirva de ejemplo. De verdad hay que cuidarse. Se puede ir la vida. Pero aun en los casos en los que no se va, los graves, como el mío, las consecuencias son muchas. Es una lucha día a día. Me dieron el alta el 17 de diciembre pasado. Ya hace cinco meses y aún estoy con diversas evaluaciones relacionadas a los daños pulmonar y renal, también del corazón. Sigo con una importante anemia, que incluso luego de la externación me llevó a tener un severo riesgo de sufrir un ACV. Además tengo partes del cuerpo adormecidas que no he logrado recuperar. Se me ha caído el cabello. Realmente muy duro.
-¿Había pasado alguna vez por una situación de extrema gravedad como esta?
-No. Fue mi primera internación, te diría. Siempre tuve buena salud en términos generales. Después el estrés general me llevó a padecer algunos problemas, pero todos tratables. Estuve con muchos estudios, pero no para una internación y menos aún en Terapia Intensiva.
-¿Se puede decir que era una persona que se cuidaba mucho o a veces no tanto?
-Me cuidaba muchísimo. Cumplía con todas las recomendaciones. Evitaba la presencialidad lo más que podía. Puedo enumerar alguna excepción, como cuando estuvo de visita en el distrito el ministro Gabriel Katopodis, pero la regla era el cuidado extremo. Cuando ando en auto, lo hago con barbijo. Lo hago ahora y lo hacía antes. No alcanzó y me tocó pasar por lo que pasé. Por suerte estoy bastante recuperado, pero me gustaría que sirva de ejemplo para el resto de la gente, sobre todo para los que creen que no les puede pasar nada, para los que dicen que no es más que una gripe. Les aseguro no es así.
.