Ricardo Garbesi es un inquieto e innovador empresario argentino que junto a su familia se lanzó a la inédita aventura agronómica de producir soja no transgénica en Chile. Asegura que hay mucho interés en el cultivo y que por ahora los ensayos les dan bien.
-¿Cómo fue el proceso de hacer los ensayos de producción de soja en Chile?
-Chile tiene una legislación contradictoria con respecto a transgénicos: permite la siembra de OGM para semilla sólo si se exportan y es un importante jugador en todo tipo de este tipo de semillas… Pero por otro lado importan 1 millón de toneladas al año de subproductos transgénicos de soja.
¿Cuándo comenzó con estos ensayos?
-Tuvimos que conseguir variedades no transgénicas y de grupos cortos. Obtuvimos la representación de un semillero de Polonia que tiene variedades para Alemania y norte de Europa (variedades grupo 1 y 2). En 2018 llegaron las primeras 3 variedades y se probaron en Quepe, a 30 kilómetros de Temuco y 700 kilómetros al sur de Santiago.
–¿Todo esto es por un tema productivo o tiene que ver con los impuestos que se cobran en Argentina?
-En Argentina nosotros vendemos equipos para extrusado y prensado de soja, pero ya en 2014 instalamos una planta en Lautaro, a unos 600 kilómetros al sur de Santiago, para procesar canola local. Por otro lado, en el mundo hay un gran mercado de proteínas no transgénicos en crecimiento. Chile no tiene derechos de exportación y firmó tratados de libre comercio con la mayoría de los países del mundo.
-¿O sea que hay un interés creciente de parte del mercado internacional de alimentos no transgénicos?
-Así es, liderado por Europa, que no compra alimentos para humanos con soja ni maíz transgénico. Además, muchos países exigen que en los envases indiquen cuando hay transgénicos.
-¿En qué región de Chile está realizando el ensayo?
-En Los Ángeles, región del Bío-Bío, y una prueba en Panguipulli, al sur de Valdivia.
-¿La eligió por las condiciones climáticas?
-En el sur de Chile llueve mucho en invierno y tiene un verano marcadamente seco, por lo cual elegimos lotes sólo con riego. Por otro lado hay muchos microclimas entre el mar y las montañas, así que nos llevará varios años ajustar fechas de siembra, distancias, cantidad de plantas, etcétera. El cultivo extensivo viene perdiendo superficie a mano de intensivos (frutales, vides, arandinos, etc.) y hay que desplazarse hacia el sur para conseguir valores de suelo accesibles para la soja.
-¿Cuál es la superficie de trabajo?
-Este año sembraremos 70 hectáreas en Los Ángeles, 30 en Paguipulli y 1 hectárea en el predio de la Universidad Austral en Valdivia. Esperamos poder contar con suficiente semilla para llegar a 1.000 hectáreas el próximo año. Hay mucho interés en el cultivo.
-¿Cómo es el manejo agronómico que está realizando? Por ejemplo con el tema riego…
-No vemos viable soja sin riego en estas zonas. Hay infraestructura para regar, créditos y subsidios, pero no hay cultivos de verano. Por eso creemos que la soja encaja muy bien. El maíz no llega a secar pues a partir de abril y hasta noviembre llueven 1.500 mm y se siembra sólo para picarlo.
-¿Cómo se manejan con las buenas prácticas agrícolas?
-Los productores chilenos son muy profesionales, cuentan con equipos de última generación y están capacitados. No hay siembra directa, les sobra materia orgánica (15% en muchos casos) y hay muchos valles de alta fertilidad. En estas zonas se obtiene 12.000 kilos de trigo, 10.000 de avena y 5.000 de canola por hectárea. El principal problema es la acidez de los suelos que hay que corregir con encalado.
-¿Qué resultados ha obtenido hasta ahora? ¿Lo ve posible, lo ve rentable?
-Este será el primer año donde podremos evaluar costos y rindes. La proteína de estas sojas es muy alta más de 38%.
-¿Se asoció con alguna institución chilena?
-No. Recién este año la Universidad Austral se interesó en el cultivo y realizará pruebas y ensayos.
¿Qué le dicen sus conocidos y su familia?
-En verdad, este proyecto lo llevamos a cabo con mi cuñado, Eduardo Benger que es ingeniero agrónomo, con quien viajamos y recorrimos campos. Además, mi hijo vive en Temuco y está siguiendo de cerca el proyecto con un agrónomo que estamos preparando.