El uso del lenguaje inclusivo siempre genera reacciones intensas, sobre todo en el medio rural. Así que desde Bichos de Campo decidimos consultar a un especialista para que nos explique por qué nos altera tanto cuando alguien dice “todes”.
Santiago Kalinowski es licenciado y profesor en Letras (Universidad de Buenos Aires), doctor en estudios hispánicos y director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras*.
–¿Por qué el lenguaje inclusivo genera tanta irritación y rechazo?
-Porque es una lucha política por la igualdad de género. Es una intervención en el discurso público que busca que se tome conciencia sobre una injusticia en la sociedad y de la urgencia de que eso cambie. Entonces, quienes se benefician del modo en que la sociedad está organizada, reaccionan de un modo violento porque no quieren perder privilegios.
–¿Entonces es una “irritación política”?
-Así es. Y surge ante el intento de las minorías de lograr una sociedad más igualitaria, una sociedad que implique menos privilegios para el varón blanco heterosexual y de clase favorecida.
-“No por cambiar la lengua va a cambiar el mundo”, se argumenta…
-Esto es cierto. Pero quienes dicen eso se olvidan de que toda lucha política (desde la Revolución de Mayo al Peronismo, por ejemplo) se vio rodeada de rasgos discursivos propios que buscan cambiar cosas en la sociedad. Porque el consenso se logra por medio del mensaje y por lo tanto hay que configurar un discurso para lograr un objetivo de cambiar algo en lo social. Luego, el cambio se concretará en la sociedad a través de distintos mecanismos.
–Otro argumento es que la lengua no cambia porque a alguien “se le ocurra”.
-Tienen razón. Las gramáticas cambian con el tiempo. Una muestra (entre muchas) es la incorporación del voseo. Aunque al principio fue rechazado y hasta prohibido en la radio finalmente nada se pudo hacer contra su uso porque tenía que ver con la identidad de un pueblo.
–¿Entonces el lenguaje inclusivo no quiere cambiar la gramática?
-¡Para nada! El Lenguaje Inclusivo no viene a cambiar la gramática sino lo social. Muchos dicen que está condenado al fracaso porque creen que su triunfo sería convertirse en gramática, pero ese no es su objetivo: su objetivo es lograr la igualdad de derechos en la sociedad. Fracaso sería que se convirtiera en gramática y la desigualdad siguiera.
-¿Por qué está tan naturalizado el masculino genérico?
-Que el masculino genérico exista no es una casualidad. Vemos que las sociedades son patriarcales desde hace miles de años, así que desde que el humano evolucionó como especie que usa lengua empezó a quedarse como telón de fondo la idea de que era el varón quien ocupaba todos los espacios: la religión, el arte, la ciencia, la política. Como el varón ocupó todos los lugares de visibilidad, el hablante asumió que cuando un género no estaba marcado se podía presuponer como masculino general ante la duda. El masculino genérico es abrumador porque la desigualdad en la sociedad es universal.
–¿Y quienes dicen que la lengua es inocente y que los racistas son los hablantes?
-Bueno, basta recordar que son los hablantes los que codifican la lengua (de un modo inconsciente) y transfieren a la lengua sus valores y prejuicios para que esta afirmación no se sostenga. El masculino genérico es el eco gramatical de un ordenamiento social.
–¿Por qué muchos esgrimen que el verdadero lenguaje inclusivo es el braile o el de señas?
-No me parece apropiado comparar el braile o el lenguaje de señas y descalificar la búsqueda de la igualdad de género, argumentando que lo verdaderamente inclusivo tiene que ver con alguna discapacidad. Una inclusión no cancela la otra. Todo el mundo se asustó cuando el Lenguaje Inclusivo se volvió una posibilidad pronunciable y dejó de ser sólo x y @. El Lenguaje Inclusivo implica la lucha de género que es la lucha más importante de esta época y no pierde relevancia por no ser masivo: los movimientos que quieren cambiar la sociedad son siempre núcleos minoritarios de vanguardia. Es lo que siempre ha pasado en las luchas políticas humanas.
¿Podemos hablar como queramos?
Todos los hablantes tenemos derecho de tener nuestra propia configuración discursiva (que no es la configuración gramatical) y no se puede aceptar la prohibición que el otro se exprese de la manera que le parezca mejor. Ahora, que quede claro: no se trata del derecho a nuestra propia gramática porque nadie puede imponer un cambio gramatical ni torcer la evolución lingüística de una sociedad porque ésta depende de un enorme y complejo sistema que ningún grupo ni institución puede dominar.
–¿Cuál es el aporte que puede destacar del Lenguaje Inclusivo a la sociedad?
-Creo que sin esta discusión hubiera sido mucho más difícil una ley de identidad de género, porque la cuestión del transgénero es un tema que la sociedad puede evitar y tomarlo como algo de segundo plano. Y uno de los efectos que tuvo la intervención de la lengua con el Lenguaje Inclusivo es que para mucha gente tornó “personal” algo que le era ajeno, como la cuestión trans. Porque si uno quiere que los políticos levanten la bandera de la identidad sexual deben sentir que hay una ganancia política o que al menos no hay una pérdida. No vamos a esperar que un político se inmole por una causa, pero sí apoyará temas que pueda capitalizar y ahora puede tomar lo trans como algo que le hacer tener más llegada a distintos sectores.
–Muchas mujeres se quejan de que igualdad no es la “e” sino que les paguen lo mismo que a un hombre…
-La “e” no es un objetivo en sí mismo sino un recurso retórico usado para contribuir, justamente, a un cambio social que es la igualdad para hombres, mujeres, personas trans y todos los colectivos minoritarios. Y la igualdad incluye la igualdad de remuneraciones.
-¿Y cuando dicen que el Lenguaje Inclusivo es una falta de respeto al español?
-El español no tiene sentimientos. La lengua no es una cosa sagrada que no se puede tocar sino una herramienta para la evolución humana y vive en nuestras mentes, no en una biblioteca. La lengua es para comunicar todos los contenidos comunicables que sea necesario. Cuando se hace estéticamente, como lo hacía Julio Cortázar en algunos de sus textos u otros autores que inventan palabras, se toma de buen grado. Pero cuando se interviene la lengua con una búsqueda política, ahí no gusta. En verdad, lo que molesta es el feminismo que está atrás.
–En su opinión, ¿qué falta para que el Lenguaje Inclusivo se instale más?
-El objetivo que se propuso el Lenguaje Inclusivo es instalar un tema en la agenda pública así que me parece imposible que se instale más. Ya es un éxito rotundo. Desde el punto de vista de la instalación en la gramática, no importa porque ese no es su objetivo.
Nota de la redacción: Las declaraciones del entrevistado son opiniones personales y no expresan la postura institucional de la Academia Argentina de Letras.