El primer modo de transmisión del coronavirus probado es el de las micro gotas de saliva que expulsa una persona infectada al toser o estornudar, y también cuando canta o habla. El virus utiliza ese entorno húmedo como vector, y puede infectar a otra persona si alcanza su boca, su nariz o sus ojos, por donde pasa a las células de las vías respiratorias. El virus también puede fijarse en superficies alcanzadas por las gotículas, como teclados, picaportes de puertas, botones de ascensores, teléfonos, etc, que si una persona sana los toca y luego se toca la cara, puede contagiarse.
Una vez que la persona se contagia y transita la enfermedad, surge el interrogante: ¿hasta cuándo puede seguir contagiando un enfermo de COVID-19?
Una investigación científica realizada por las clínicas Charité de Berlín, Schwabing de Múnich y por el Instituto de Microbiología del ejército alemán, determinó que en los primeros días de infección, el virus se concentra en la nariz y boca. También se demostró en estos pacientes el momento exacto en el que ya no supone un riesgo darlos de alta, debido a que no contagiarían, y esto permitiría liberar camas en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) de los hospitales.
Los científicos alemanes llegaron a la conclusión después de haber estudiado a estos primeros afectados por el COVID-19 que dejan de ser contagiosos cuando las muestras que se le extraen del área nasofaríngea y de los fluidos expulsados al toser, es decir las gotículas de flush, presentan menos de 100.000 copias del genoma del virus. En la mayoría de los casos, observaron que la carga viral en la faringe se reducía notablemente pasada la primera semana de la enfermedad, aproximadamente en el octavo día, mientras que en los pulmones unos días más tarde.
el infectólogo Lautaro de Vedia, expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología, explicó: «Hay muchos factores que influyen en la contagiosidad. Por un lado están los factores vinculados con el germen y por otro, aquellos vinculados con la persona infectada. Dentro de los primeros tenemos dos elementos: la cantidad de virus a las cuales se expone una persona y el tiempo que lo hace. Y dentro de los segundos, el estatus inmunológico de la persona sin COVID-19″.
Según Roman Wölfel, director del Instituto de Microbiología del ejército alemán, “ocho días después de presentar los primeros síntomas, los expertos ya no fueron capaces de aislar partículas infecciosas en los pacientes, a pesar de detectar todavía copias del genoma del coronavirus en faringe y pulmón”.
“La elevada carga viral en la faringe inmediatamente después de los primeros síntomas apunta a que los pacientes con COVID-19 son ya muy pronto infecciosos, incluso antes de darse cuenta que están enfermos; eso nos proporciona información muy valiosa a la hora de decidir cuándo dar de alta a un paciente, decisión que los equipos médicos toman bajo una gran presión”, agregó.
Los resultados de esta investigación estiman que los pacientes con COVID-19 positivo pueden ser dados de alta y pasar a cuarentena en sus hogares si diez días después de enfermar presentan en los fluidos expulsados al toser menos de cien mil copias del genoma del virus.
A su vez, los sueros sanguíneos analizados en busca de posibles anticuerpos determinaron que la mitad del grupo estudiado durante 28 días desde la aparición de los primeros síntomas desarrolló hasta el séptimo día anticuerpos contra el virus y dos semanas después, todos los pacientes habían producido anticuerpos y así también mostraron una reducción paulatina de la carga viral.